El desahogo fue total. El puño cerrado, el grito al cielo y el rostro desencajado de Iván Marcone lo dijeron todo: Independiente necesitaba con urgencia un triunfo y lo consiguió frente a Rosario Central. Así lo celebraron sus compañeros y también los hinchas, quienes debieron esperar hasta la madrugada anterior para saber si podrían ingresar al estadio, debido a los problemas estructurales que presentaron las tribunas Santoro y Pavoni en partidos recientes de Copa Argentina.
El Rojo llegaba golpeado. Las dificultades internas, los conflictos administrativos y las cuestiones extrafutbolísticas habían creado un clima adverso. Sin embargo, el equipo empezó a dar señales de recuperación en la fecha pasada con la victoria ante Estudiantes (2-0), luego de que el club lograra levantar las inhibiciones que afectaban el trabajo de Vaccari. Y frente al Canalla, esa recuperación tomó forma definitiva. Justo en la previa del clásico ante Racing, Independiente renació: cambió la energía, modificó el ambiente y disipó la tensión con la gente, que todavía arrastraba bronca por la restricción de aforo al 50% en las tribunas populares, lo que dejó afuera a varios socios con bono ya adquirido.
Desde el inicio, el equipo mostró actitud. En el primer tiempo, Independiente dominó con autoridad. Se plantó con líneas cortas, presión alta y una defensa adelantada que incluso pisó campo rival. El planteo de Vaccari fue claro: reducir espacios hacia adelante, mantener las líneas juntas y evitar que el rival pueda progresar. Para eso, los extremos Luna y Tarzia cumplieron un rol fundamental, siendo los primeros en presionar cuando Central intentaba salir.
Durante los primeros 30 minutos, el Rojo fue ampliamente superior ante un Rosario Central que presentó una alineación alternativa. El conjunto visitante lució desordenado, sin conexiones ni ideas claras. La falta de rodaje entre los jugadores elegidos por Lequi, quien guardó a varios titulares pensando en el partido de Copa Sudamericana contra Fortaleza, fue evidente. En ese contexto, Independiente se puso en ventaja con un gol de Lomónaco, que volvió a marcar como lo hizo ante Estudiantes, esta vez definiendo con calidad y precisión.
Ya en la segunda mitad, el control del partido se volvió más difuso. Con los ingresos de Campaz, Solari y Lovera, Central ganó en juego y empezó a acercarse al arco defendido por Independiente. El encuentro se tornó más exigente para los de Avellaneda, que debieron apelar al orden y al sacrificio para sostener la ventaja.
Fue entonces cuando se destacaron los centrales del Rojo. Lomónaco y Laso fueron claves en la última línea, convirtiéndose en un muro infranqueable ante los intentos del rival. Su solidez fue fundamental para que el equipo pudiera resistir los embates de Central y quedarse con un triunfo que significa mucho más que tres puntos.
Este resultado llega en un momento clave. A días del clásico de Avellaneda, Independiente se reencuentra con su gente, con su identidad y con la ilusión. En un clima enrarecido por cuestiones institucionales y deportivas, el equipo logró oxigenarse y demostrar que está dispuesto a pelear. La victoria ante Rosario Central no solo es un paso adelante en la tabla, sino también un impulso anímico de cara al desafío que se viene en el Cilindro.